jueves, 18 de diciembre de 2008

DELA PLUMA DE DANIEL DEL VECCHIO

Tiempo de llorar y tiempo de hacer guerra
Diciembre 19, 2008
Queridos hermanos,
Ha sido una alegría y consuelo para nosotros recibir sus e-mails en respuesta a mi última carta. Así sentimos mas de cerca y podemos compartir lo que nos esta pasando. Por favor continúen de escribirnos.
Estamos bien. Os daré un poco de noticias nuestras y luego pasaré a una palabra que el Señor me ha dado que es palabra fresca para mi y creo que será de animo también para vosotros.
Rhoda se ha operado de cataratas hoy en un ojo y todo a salido bien. Confiamos en Dios que pueda ver de nuevo y que podrá volver a manejar su coche y leer. Débora nos es de mucha ayuda y nos sigue cuidando a los dos como buena hija y buen soldado de Jesucristo.
Yo estoy plantando arándanos en el campo (frutos del bosque). Tenemos casi 500 plantas que plantar. Haciendo agujeros y trabajando en el campo ha intensificado la artritis en mis pulgares y mi cuello.
Débora ha encontrado una cura casi milagrosa supuestamente, que estamos probando. Todavía no se ha efectuado la cura. Se trata de 2 cucharitas de miel natural sin procesar (no la del supermercado) y una cucharita de canela en una taza de agua caliente, pero no hirviendo, dos veces al día en ayunas. En estudios hechos en la universidad de Copenhagen, Dinamarca, vieron resultados muy positivos dentro de un mes. También dice el estudio que este remedio casero sirve para colesterol, enfermedades de corazón, infección de vesícula, y hasta cáncer, y un científico español lo descubrió para el gripe. ¿Puede ser que solucione también el problema de la vejez? ¿Quién sabe? ¡Ha, ha! Por lo menos no hay que ir al medico para una receta. Jonatan, el amigo del rey David tomó miel silvestre y le dio nuevas fuerzas después de su ayuno.
¿Qué más puedo contar?
Por favor leen paginas 279 hasta 288 en el libro "Tiempos Peligrosos" – "Peligro de ladrones". Para este nuevo año lean Capitulo 7 del libro "Cartas desde el Horno de Aflicción."
Lo que estoy sintiendo de parte del Señor para las Iglesias actualmente, es la historia del Rey David y su victoria sobre los Amalecitas que viene escrito en 1ª Samuel 30:1-4, 7-8 y 17-19.
"Al tercer día, cuando David y sus hombres llegaron a Siclag, los Amalecitas habían hecho una incursión en el Neguev (región del sur) y contra Siclag, y habían asolado a Siclag y la habían incendiado, y se habían llevado cautivas a las mujeres y a todos los que estaban en ella, grandes y pequeños, sin dar muerte a nadie. Se los llevaron y siguieron su camino.
Cuando David y sus hombres llegaron a la ciudad, vieron que había sido quemada; y que sus mujeres, sus hijos y sus hijas habían sido llevados cautivos. Entonces David y la gente que estaba con él alzaron su voz y lloraron, hasta que no les quedaron fuerzas para llorar.
Entonces dijo David al sacerdote Abiatar, hijo de Ahimelec: "Te ruego que me traigas el efod." Y Abiatar llevó el efod a David. Y David consultó al SEÑOR: "¿Perseguiré a esta banda? ¿Podré alcanzarlos?" Y El le respondió: "PERSÍGUELOS, PORQUE DE CIERTO LOS ALCANZARÁS Y SIN DUDA LOS RESCATARÁS A TODOS."
Y David los hirió desde el anochecer hasta el atardecer del día siguiente. Ninguno de ellos escapó, excepto 400 jóvenes que montaron en camellos y huyeron. David recuperó todo lo que los Amalecitas habían tomado, también rescató a sus dos mujeres.
Nada de lo que era de ellos les faltó, pequeño o grande, hijos o hijas, botín o cualquier cosa que habían tomado para sí; DAVID LO RECUPERÓ TODO."
En momentos de pruebas, aflicciones y hasta calamidades nos damos cuenta de la necesidad de poner nuestras prioridades en orden. David y su pequeño ejército regresaron a su pueblo sintiendo satisfechos de la victoria ganada que habían logrado, hasta que regresaron a casa y vieron que toda la ciudad había sido arrasada y quemada pero lo peor de todo era que todas sus familias habían sido secuestradas por los amalecitas. Lloraron y gritaron hasta no poder llorar más, no por la perdida de sus casas, propiedades y posesiones, sino por sus esposas e hijos. La perdida peor que podemos sufrir no es por la perdida de nuestras casas y cuentas bancarias, sino por el robo de nuestros familiares. Por ver como el diablo ha secuestrado a nuestros familiares, hijos y queridos. De darnos cuenta que hemos perdido además, lo mas precioso, que es nuestra fe y esperanza. Dios dice, "no perdáis pues vuestra confianza que tiene promesa de gran galardón".
Seguramente este ejercito de David, incluso el Rey David, no se habían dado cuenta del valor de sus familias hasta que les vieron secuestrado. Que angustia y temor sufrieron al pensar lo que podía pasar con sus hijos y esposas. No nos damos cuenta de lo precioso que es la vida espiritual y el destino final de nuestros hijos hasta verles engañados y llevados por el corriente del mundo. Después de que es tarde vemos la necesidad de la oración y el altar familiar y el tiempo de calidad que pasamos con los hijos. Pero David se animo y se fortaleció en el Señor. Cuando todos le querían apedrear como el culpable de todo lo ocurrido, en vez de hundirse en el remordimiento y la lastima propia, consultó al Señor.
Lo que quería era oír una palabra de Dios. Las opiniones de la gente no le iban a servir ahora. La única voz que quería escuchar era la voz de Dios. ¿Tendría esperanza en esta situación tan oscura y desastrosa? Dios le dio lo que el necesitaba. "¡Persígueles! ¡Vas a recobrar todo!" No desistes en orar, ayunar y creer, pues vamos a recobrar todo lo que el enemigo ha robado. El ladrón viene solamente a robar, hurtar y matar, pero Cristo ha venido a restaurar y de darnos vida en abundancia.
Hay un tiempo de llorar, de arrepentirnos, de darnos cuenta de que nos hemos equivocado y errado en nuestras prioridades. Pero Dios ha dado la promesa, nuevamente una esperanza de que nos perdonara por nuestra idolatría en le materialismo, en el descuido de nuestras vidas espirituales, en el letargo de buscar a Dios, en la pereza en la oración. Dios es el Dios de toda esperanza y ahora como nunca antes necesitamos oír esta palabra, "Persigue, pues vas a recobrar todo."
Hay que perseverar en la meta de no desmayar, pero cuando nos confrontamos con el enemigo y hemos alcanzado la meta, tenemos que batallar, luchar, puesto toda la armadura de Dios. Ya no hay tiempo de relajar y disfrutar de las victorias pasadas, estamos en medio de una guerra a muerte por mantener la fe y de conquistar la tierra prometida.
Israel perdió la batalla para conquistar el pequeño cuidad de Hai cuando había conquistado la ciudad amurallada de Jericó. No se dieron cuenta que su derrota era consecuencia de que había pecado en el campamento. Acán había codiciado algo del botín que era destinado para Dios. Lo que codicio era el oro y la vestidura babilónica. Es decir el dinero y la ropa y el lujo. En otras palabras el amor al mundo y el materialismo. Al arrepentirse y condenar a muerte a Acán y su familia, Israel fue restaurado de nuevo a su posición de victoria.
Antes de clamar a Dios por nuestras necesidades tenemos que quitar del corazón lo que nos ha traído la maldición, y después reclamar la promesa "mi Dios suplirá todo lo que me falta según sus riquezas en gloria por Cristo Jesús." "No hay mal que por bien no venga". Sabemos que todo obra para bien para los que aman a Dios y son los elegidos según su voluntad.
Vamos a recobrar lo perdido y lo secuestrado, pero vamos a aprender las lecciones que Dios quiere enseñarnos. Vamos a poner en orden las prioridades y buscar primeramente que venga el Reino de Dios y Su justicia y las demás cosas serán añadidas. Persigamos la meta, la soberana vocación en Cristo. Continuemos orando por nuestras familias y Dios nos promete, ¡Recobraras lo que has perdido!
Un abrazo fuerte,
Daniel

2 comentarios:

Débora dijo...

Me gustó muchísimo este comentario!
Fue de mucha bendición para mi vida, porque ciertamente hemos permitido que el enemigo nos robe y nos destruya por causa de nuestra desobediencia y por descuidar nuestra vida espiritual.
Pero Dios en un Dios misericordioso, de oportunidades, que solo espera que nos arrepintamos y nos volvamos al Camino para perdonarnos y devolvernos lo que el enemigo nos ha robado.

Que Dios bendiga este Ministwrio y que pueda continuar por muchos años para edificación De la Iglesia de acristo!.

Débora dijo...

Que Dios bendiga este Ministerio y que pueda continuar por muchos años, para la edificación De la Iglesia de Cristo.
(Corrección al mensaje anterior)